24 d’oct. 2014


(del debate en la lista de correo de economía ecológica de Bcn, 23/10)

Buenas, 

Me gustaría añadir algunas reflexiones más. 

Creo que es muy importante el esfuerzo para diferenciar nuestros discursos de los derechistas en ambas posiciones del debate (independentistas y unionistas). Sabemos que con nuestros adversarios políticos hay elementos discursivos comunes y otros discrepantes. Hay que manejar bien esta articulación para evitar confusiones o lo que es peor, ser subsumidos. La movilización y emergencia de una izquierda independentista anti-capitalista creo que muestra el antagonismo radical con una parte de las elites catalanas con las que nos toca aliarnos momentáneamente para lograr la independencia. En el proceso constituyente que imaginamos ellas serán nuestras antagonistas, y es en ese sentido que hay que entender la posición del antropólogo Delgado cuando dice que la independencia puede y debe dar paso al desmantelamiento del sistema capitalista. Las ideas de Andreu Nin, líder del POUM también mencionado en los correos, resuenan claramente aquí, aunque provienen de otra época. La alianza momentánea con los adversarios genera contradicciones contínuas que en realidad son parte inherente de cualquier proceso político, ya que son la base de la transformación de identidades políticas a través de un diálogo con el adversario, hacia re-síntesis contínuas de visiones antagónicas. La literaria relación entre David Fernández y Artur Mas me sirve para ilustrar - de una forma caricaturizada - lo que quiero decir. 

En este sentido, me gustaría mucho escuchar y entender cuáles son los elementos discursivos que diferencian las posiciones unionistas de izquierdas con las de Rajoy. No tengo ninguna duda de que los hay. Me gustaría mucho conocer las opiniones y las diagnosis críticas desde posiciones unionistas - e incluso favorables a la prohibición de la consulta - de izquierdas sobre, por ejemplo, el proceso histórico de construcción del estado español, la unidad de España - qué significa para vosotr@s? - así  como qué formas de encaje de la diversidad de pueblos ibéricos y qué formas de organización políticoeconómica propondríais para un estado español sin secesión regional. 

Una de mis críticas al discurso unionista es que mezcla dos cosas distintas. Una es la indisoluble unidad de lo humano, el sentimiento de solidaridad fraternal o entre pueblos. Y la otra es la (re)configuración histórica de comunidades políticas, entendidas como colectividades a diferentes escalas que se dotan de normas para la organización de una vida social en común. Lógicamente en la articulación de comunidades políticas intervienen varios factores y se movilizan varios recursos, entre ellos el identitario, ya sea en procesos más o menos democráticos o deliberativos o bien de forma impuesta desde estados totalizadores. A su vez los cambios políticos - secesiones, colonizaciones, autonomización -  pueden mejorar o agravar las relaciones interculturales. En la historia mundial hay ejemplos para todo, como se ha dicho en varios correos (desde los Hutus y Tutsis hasta las independencias bálticas). Creo que es importante diferenciar estas dos cosas y entender como se interrelacionan históricamente. 

Un esfuerzo por aclarar esto creo podría contribuir a evitar que comunistas de visión unionista se planteen votar a partidos de la derecha española. Aunque también hay que tener en cuenta que estos recorridos ideológicos no son algo nuevo del proceso actual. Pensad por ejemplo en Federico Jiménez Losantos, militante antifranquista comunista que ahora forma parte del lobby mediático ultra-españolista-conservador (donde seguro influyó el secuestro que sufrió a manos de la organización independentista armada Terra Lliure). O Pío Moa, militante del grupo armado de izquierda radical GRAPO, que más tarde se convirtió al revisionismo franquista de la historia de España del siglo XX. O, sin ser un caso tan extremo, Josep Piqué, el que fuera militante del PSUC y acabara siendo jefe del PP catalán y ministro español de industria por el PP. Pero creo que lo que he apuntado más arriba enriquecería el debate y, sobretodo, evitaría algo que está haciendo mucho daño a las legítimas posiciones unionistas, esto es, la creciente convergencia, coincidencia y encuentro con la extrema derecha españolista tanto en escenarios físicos (las manifestaciones unionistas del Día de la Hispanidad, donde acuden líderes y militantes del PP, Ciutadans, Plataforma per Catalunya y los neofascistas del Casal Tramuntana) como en elementos simbólicos (la bandera y el himno españoles). Digo esto desde un respeto absoluto a la legitimidad de las opciones democráticas contrarias a la independencia, y desde mi compromiso a garantizar la existencia de espacios de expresión y representación política para ellas. En este sentido, un partido como Ciutadans me parece más sano que el PP porque no está afectado por el cáncer de la corrupción y (quizás) tiene un cierto compromiso con la renovación políticodemocrática.

Respecto a la relación entre lo cultural y lo político, en la discusión previa se han reportado diversidad de experiencias vividas. Pero hay varias evidencias que apuntan a que esto no se trata de un enfrentamiento étnico. Primero porque las comunidades catalanoparlantes y castellanoparlantes están muy entremezcladas (considerable % de matrimonios y familias mixtos desde hace por lo menos un siglo). Segundo, porque la reivindicación independentista incorpora elementos que van más allá de lo puramente identitario catalán, básicamente entorno a la ilusión de crear un nuevo estado de cosas. Aquí me parece especialmente elocuente la asociación de independentistas castellanoparlantes Súmate, que lucha por un país donde quepan todas las identitades que forman el pueblo. La tesis del pensamiento único me parece un sin sentido, ya que olvida que a la propaganda del gobierno catalán, TV3 y periódicos independentistas (a veces excesiva incluso para un independentista como yo) está compensada por la propaganda del gobierno español, que llega desde varias televisiones de alcance estatal y desde los periódicos unionistas, algunos de ellos, como el influyente El País, con edición en Cataluña. Creo que esto debería ser tenido en cuenta en un análisis riguroso de la realidad. Lo dicho no pretende quitar importancia a la necesidad de encontrar formas de organización y control del poder político y social que eviten discriminaciones de todo tipo. A parte de lo que ya se ha dicho en la lista, un tema que hay que abordar es el (mal)trato reportado por la gente de las Terres de l'Ebre respecto un excesivo centralismo barcelonés en temas energéticos, territoriales y culturales.

Por último, añadir algo que para mi es evidente pero no está de más remarcarlo a la vista de algunas preocupaciones surgidas en el debate. Las izquierdas secesionistas del país luchan por un estado en que la condición de ciudadanía, el acceso a servicios públicos y los derechos humanos estén totalmente garantizados con independencia del origen, la identidad, la visión política y el nivel de ingresos de las personas. Todas las personas que viven o vivirán aquí serán ciudadanos de pleno derecho. 

Saludos,

Iago

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